viernes, 9 de marzo de 2012

SEDA AZUL 3

“¿A qué viene esa sonrisa de hada mala?”, preguntó Salomé a la niña. Oralia  extendió la palma de la mano derecha y le mostró el paquete de regalo. La madre la miró. “¿Es para mí?” Oralia agitó la cabeza en un “sí” sin palabras. Miraba a la madre con sus ojos de ardilla. Salomé desenvolvió un pañuelo de seda sin dejar de mirarla. “Oh, azul turquesa. ¡Mi color preferido! Gracias, corazón. Pero no es mi cumpleaños. Eres tú quien cumple hoy cuatro años”. La niña le indicó por señas que se lo pusiera. Salomé se lo puso alrededor del cuello. “¿A que estoy guapa?” La niña volvió a agitar la cabeza.  “Muy guapa, ¿eh?” Oralia extendió entonces el brazo  izquierdo hacia la madre. Salomé se quedó ensimismada mirándolo: más corto, más delgado que el otro. Un brazo terminado en un muñón. “Alguna vez, mi niña, te crecerá una mano preciosa, créeme”. Señaló sus propias piernas que colgaban sin pies en la silla de ruedas. “Tú volverás a hablar y yo me podré calzar mis zapatillas. Porque los malos, ¿sabes?, no pueden ganar siempre, corazón”.

4 comentarios:

  1. Un estremecedor relato; pero tristemente los malos ganan casi siempre.

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Decía mi padre que la gente es buena, que el mundo está lleno de buena gente, pero que los malos hacen más ruido.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Hermoso relato. Yo no creo que al final ganen los malos. un triunfo con maldad no es triunfo. Un abrazo Blanca.

    ResponderEliminar
  4. Impactante relato, Blanca; directo al corazón... Me has dejado sin palabras y con un sabor amargo aunque prefiero creer en las palabras de Salomé y esperar el milagro.
    Un beso enorme!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar